Cómo una megarrepresa interrumpe el flujo de agua —y dinero—

EN EL PICO DEL monzón de verano, me desperté con la lluvia cayendo sobre el tejado de zinc. El ruido causaba dolor en mis tímpanos. Sin duda, aventurarse en el río con este tiempo sería desastroso. Deseaba que Bimal no llamara. [1] [1] Todos los nombres se han cambiado para proteger la identidad de las personas. Pero lo hizo.
Unas horas más tarde, estábamos a orillas del río Subansiri esperando nuestro transporte, una barca de madera pilotada por un hombre llamado Ratan. La vía fluvial casi triplicaba en tamaño al río Hudson de Nueva York. Las rápidas corrientes venían unas tras otras, formando remolinos en rápida sucesión. Un ligero chaparrón monzónico añadía más agua.
Bimal, que se gana la vida cuidando búfalos de agua junto al río, se volvió hacia mí y me dijo en asamés: “Jimane besi paani, simane besi poisa” (“Más agua significa más dinero”). No entendí lo que quería decir, pero emprendimos el viaje de todos modos.
En 2023, vivía en la aldea de Bimal, junto al río Subansiri, en Assam, estado central del noreste de la India. Como estudiante de doctorado en antropología por la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, mi tesis doctoral me llevó allí para estudiar cómo una represa hidroeléctrica, en construcción desde 2005, afectará al río y a los residentes locales de Assam y del vecino estado de Arunachal Pradesh. Después de dos décadas, se espera que la represa empiece a generar electricidad en 2025 y esté plenamente operativa en 2026.
La represa hidroeléctrica inferior de Subansiri (SLHEP), de 2.000 megavatios, es el proyecto emblemático del ambicioso pero controvertido plan del gobierno indio de construir 168 represas hidroeléctricas en la región. Este plan le ha valido a la región nororiental una nueva identidad como “futura central energética de la nación” . Pero garantizar la energía del futuro es solo una parte de la historia. Las represas y otras infraestructuras a gran escala que se están construyendo en esta región —como carreteras, ferrocarriles y puentes— parecen formar parte de los esfuerzos para ayudar a India a reforzar su reivindicación política sobre Arunachal Pradesh, un territorio en disputa a lo largo de la frontera con China.
Los ingenieros predicen los embalses del SLHEP sumergirán 3.436 hectáreas de terreno río arriba. Esta superficie es 10 veces mayor que el Central Park de Nueva York, y es el sitio donde viven 77 familias. La Corporación Nacional de Energía Hidroeléctrica (NHPC), la empresa estatal que construye la represa, ha compensado a estos propietarios con dinero, otros terrenos o empleo.
Pero río abajo, la represa afectará aún a más gente. Aunque sus casas o sus tierras no se ahoguen, el nuevo caudal del río Subansiri obligará a muchos a cambiar su modo de vida, que depende del río. Mis amigos Bimal y Ratan pertenecen a esta categoría.
¿QUIÉN CONOCE EL SUBANSIRI?
Cuando Bimal llamó aquella lluviosa mañana, dijo: “Deberías comer bien ahora”, indicando que quedaban largas horas por delante.
Como la mayoría de los días de verano, ya él había estado en el río. Había cruzado el río en su pequeña barca de remos al amanecer hasta un chapori (una isla con un banco de arena también conocida como char o char-chapori) donde viven sus búfalos de agua. Ordeñaba a los animales y luego los dejaba pastar. Hacia las 9 a. m. estaba de vuelta en casa desayunando.
Después de comer, me reuní con Bimal. “¿Crees que deberíamos ir al río hoy? Ha llovido mucho desde anoche”, vacilé.
Se encogió de hombros.
Continué: “Estuve en la orilla del río el sábado pasado. El río fluye muy rápido con mucha agua”.
Se rió, pero me aseguró: “No te preocupes. No pasará nada. Ratan sabe navegar por estas aguas porque solo viaja sobre olas grandes”.
Me quedé sorprendido. ¿Por qué alguien se metería en el río cuando la corriente es tan rápida que puede volcar una barca?
Bimal sacó un trozo de paan (hoja de betel), le aplicó un poco de chun (pasta calcárea) y lo envolvió con un trozo de tamul (nuez de areca). El tamul es adictivo y conocido por sus efectos narcóticos. Sin embargo, los habitantes del noreste de la India recurren a este estimulante para mantenerse despiertos durante las largas horas de trabajo. En la sociedad assamesa, el tamul-paan tiene un gran significado cultural y se ofrece a la gente en señal de respeto. Ya tenía uno en la boca.
“Para la leña”, explicó Bimal. Con la boca llena de tamul, añadió: “Hoy lo verás todo”.
CUANDO EL AGUA ES DINERO
Ratan posee una barca casera de madera equipada con un motor. Recorre las rápidas corrientes del Subansiri para atrapar los troncos de árbol que flotan río abajo durante las fuertes lluvias, y luego los vende. El flujo constante de dinero le permite mantener a su familia de seis miembros.
Ratan se opone a la idea muy masculina de los leñadores en Norteamérica. Es un hombre bajito con una sonrisa siempre pegada a la cara. Lleva casi una década recogiendo troncos y conoce el río como la palma de su mano. Me cuenta que la estación de los monzones, que dura de mayo a septiembre, es la más productiva porque el agua alta y rápida arrastra más troncos que el resto del año. Por eso, más agua se convierte en más dinero para los recolectores de troncos, como me dijo Bimal antes.
El sustento de Bimal como vendedor de leche de búfala también depende de los cambios estacionales del río. Las lluvias del monzón riegan los pastos que alimentan a su ganado. Con la barriga llena, las búfalas producen más leche durante esta estación.
Ratan y Bimal son solo dos de las muchas personas que viven aguas abajo del SLHEP y que dependen del caudal del río para subsistir. Ellos, como la mayoría de los residentes río abajo, pertenecen a uno de los diversos grupos socioeconómicamente marginados que el gobierno indio designa como tribus desfavorecidas, castas desfavorecidas y otras clases en desventaja.
Siga leyendo, de los archivos de SAPIENS: “The Struggles of a ‘River People’ in Assam.” (Las luchas de un ‘pueblo del río’ en Assam)
Había alquilado la barca y los servicios de Ratan aquella lluviosa mañana para visitar chaporis que permanecían invisibles desde la orilla. Estas islas semipermanentes se forman con la arena y el sedimento depositados por la corriente del río, y cambian según los caudales estacionales. Cuando volvíamos a pie después de ver la primera, Ratan empezó a correr de repente hacia donde había anclado nuestra barca. Gritaba y levantaba la mano a dos hombres que intentaban sacar algo del agua.
Nos apresuramos a subir a la barca y navegamos hacia esos hombres en medio del río. Resultó que Ratan había cogido un gran tronco por la mañana temprano y lo había atado a un lugar concreto de la orilla. Lo marcó con su daa, una hoja parecida a un machete. Los dos hombres, que también vendían leña, dijeron que la habían encontrado flotando en el agua. Se produjo una discusión.
Bimal sugirió que cortaran el tronco por la mitad o que dividieran con Ratan sus ganancias por la venta de la madera. Aceptaron esta última opción. Ratan les preguntó sus nombres y su pueblo. Dijo que se pondría en contacto con ellos más tarde. Nos dirigimos al siguiente chapori.
El tronco en cuestión había flotado río abajo a través de los túneles provisionales de desvío construidos por la NHPC para la construcción de la represa. Una vez terminada la estructura, los túneles de desvío se cerrarán, restringiendo gravemente el caudal del río. La represa creará un lago de embalse de 29 millas y canalizará el agua a través de túneles hasta las turbinas para la generación de electricidad. Los troncos y otros desechos que puedan dañar las turbinas quedarán atrapados tras el muro de la represa y ya no podrán flotar río abajo.
La NHPC tiene previsto purgar el embalse a intervalos regulares para evitar la deposición de sedimentos. Durante este periodo, podrán liberarse algunos troncos. Sin embargo, los receptores ya no tendrán acceso ilimitado y constante a los troncos. Al igual que el agua, los troncos se moverán a merced de la represa.
Los leñadores como Ratan ya son testigos de cómo la represa afectará a sus vidas. En octubre de 2023, un deslave de tierras bloqueó el único túnel de desvío que quedaba. Desprendimientos anteriores habían bloqueado los otros cuatro. Desde que se obstruyó el último túnel en octubre, pocos troncos grandes llegan río abajo, por lo que cada uno de ellos es aún más valioso para los recolectores, como pude comprobar aquel día.
FUTUROS PRECARIOS
La finalización de la represa obligará a los leñadores como Ratan y a los cuidadores de búfalos como Bimal a adaptarse o a abandonar por completo sus ocupaciones.
Ratan puede optar por trasladarse río arriba de la represa —a casi un día de camino de su aldea ribereña— para coger troncos. Es probable que Bimal tenga que cambiar las pautas de pastoreo de sus búfalos. En la actualidad, el río sigue fluyendo según los patrones meteorológicos estacionales: crece durante el monzón y baja en invierno. Pero una vez que la represa entre en funcionamiento, todas las tardes durante cuatro horas se verterá al río una cantidad de agua equivalente a la del monzón, lo que probablemente sumergirá los chaporis y limitará la tierra disponible para Bimal y sus búfalos de agua.
La falta de reconocimiento por parte de la NHPC de las posibles repercusiones de la represa aguas abajo no ha pasado desapercibida. Desde que se iniciaron las obras en 2005, las comunidades ribereñas han luchado activamente contra la represa y han organizado agitaciones a gran escala que han paralizado su construcción durante varios años.
Como el agua, los troncos se moverán a merced de la presa.
Los activistas también exigieron un estudio detallado de las repercusiones de la represa aguas abajo, que la NHPC accedió a financiar. En 2008, un grupo de expertos formado por ocho ingenieros, geólogos e hidrólogos de centros de enseñanza superior de Assam inspeccionó casi 1.000 aldeas río abajo para evaluar las posibles repercusiones de la represa. En 2010, publicaron un informe que confirmaba la importancia del río para la subsistencia de la población. Descubrieron que los residentes, que practicaban principalmente la agricultura y la ganadería, dependían en gran medida de sus recursos, “como el agua, el pescado, la madera, la arena y los guijarros”. El informe también destacaba la pobreza, lejanía e inaccesibilidad de las comunidades situadas aguas abajo, problemas que podrían agravarse si se modificara el caudal natural del río.
Los autores del estudio ofrecieron recomendaciones concretas para abordar una serie de problemas, incluidos los de seguridad. A pesar de las conclusiones y sugerencias, la NHPC siguió adelante con la construcción de la represa en 2019, sin abordar muchos de los impactos aguas abajo señalados en el informe.
La NHPC y el gobierno de la India han ignorado en gran medida las diversas formas en que residentes como Bimal y Ratan viven del río o con él. En un Memorando de Acuerdo firmado entre el gobierno de Arunachal Pradesh y la NHPC, esta reconocía que la presa afectaría a los habitantes de la zona aguas arriba y se comprometía a proporcionar ayuda a las comunidades locales. Sin embargo, hasta donde yo sé, aún no han reconocido públicamente que el cambio en el caudal del río afectará negativamente a los medios de subsistencia de quienes viven río abajo. En cambio, la NHPC y el gobierno indio han insistido en adoptar un enfoque utilitario y tecnológico de las aguas del Subansiri. Esto hace caso omiso de los significados sociales, económicos y culturales que las personas que viven aguas abajo, como Bimal y Ratan, asocian con el río que da la vida.
Mi investigación sugiere que parte de la razón por la que la NHPC puede ignorar estos impactos reside en las ideas sociales y económicas asociadas a las represas. Las hazañas tecnológicas a gran escala, como las represas, se consideran un indicador de desarrollo. En el noreste, también parecen ser una forma de que los dirigentes indios se afiancen en la disputada frontera con China. En otras palabras, el SLHEP parece ayudar a cumplir la agenda nacionalista y geopolítica del gobierno para seguir ganando protagonismo como potencia mundial. Así, a pesar de las fuertes objeciones de la comunidad durante décadas, la represa sigue construyéndose.
Aquel día en el Subansiri, la sugerencia de Bimal de llenar el estómago por la mañana me vino muy bien. Vagamos por el río y sus alrededores desde la mañana hasta el atardecer, encontrándonos por el camino con pescadores y otros recolectores de troncos. De camino a casa, nos detuvimos en el chapori donde Bimal pasa la noche con sus búfalos.
Mientras reuníamos a los animales en la precaria isla del banco de arena, me preguntaba por el futuro de estos paisajes acuáticos. El tiempo dirá si tendrán la misma importancia en la vida de la gente cuando la represa esté terminada y el río deje de fluir libremente.