La comunidad Sorda de Gaza frente al genocidio

EL 6 DE MARZO DE 2024, me desperté con la horrible noticia de que el ejército israelí había bombardeado el edificio de la Sociedad Atfaluna para Niños Sordos (ASDC) en la ciudad de Gaza, en el marco de la guerra contra Gaza que comenzó el pasado mes de octubre. En una de las fotos que circularon por mis redes sociales, soldados israelíes posan con el uniforme completo, empuñando sus fusiles, frente a la escuela mientras el edificio arde detrás de ellos. Otra mostraba las consecuencias del asalto militar: ventanas destrozadas, escombros esparcidos, letras desaparecidas del letrero de la escuela, una sombra de lo que fue.
Off The Grid Missions, una organización de respuesta a catástrofes dirigida por Sordos que publicó las imágenes, escribió en un pie de foto: “Aunque no es la primera escuela que Israel ataca con bombas y fósforo blanco, este ha sido un ataque contra lo que una vez fue un lugar seguro y fortalecedor para los niños Sordos y Discapacitados, y afecta directamente a nuestra comunidad y a las personas a las que servimos”. En ese momento, desconocían el paradero de los niños y del personal. [1] [1] I
En algunos círculos, el uso de mayúsculas para “Sordo” y “Discapacitado” indica una identidad cultural en lugar de un diagnóstico médico. En este ensayo, no escribo estos términos con mayúscula a menos que las personas y organizaciones a las que me refiero se identifiquen así.
El bombardeo de la ASDC, una de las dos únicas escuelas para sordos de Gaza, fue una pérdida devastadora [2] [2] Debido a la ocupación actual, no está claro exactamente cuántas escuelas para sordos hay en Gaza, aunque la investigación en Internet revela que hay al menos dos: la ASDC y la Mustafa Sadiq Rafii School. El audiólogo y logopeda Raja Sharaf también menciona la presencia de centros especializados y escuelas para niños sordos en Gaza. El ASDC, creado en 1992, no es solo una institución educativa, sino una organización sin ánimo de lucro que presta toda una serie de servicios a los gazatíes sordos, como formación profesional, audiología y logopedia, programas de formación y sensibilización de la comunidad e incluso un restaurante.
Dos meses después, la comunidad sorda de Gaza sufrió otra pérdida: uno de sus miembros más destacados, Hashem Ghazal —carpintero, profesor de lengua de señas palestina y defensor de los derechos de los discapacitados— fue asesinado en un ataque aéreo israelí que también mató a su esposa e hirió a siete de sus hijos. Mientras terminaba este ensayo, la ASDC anunció la muerte de otro de sus empleados debido a la guerra en curso, Anwar Al Zaeem, que había trabajado para ellos durante 30 años.
Nunca he estado en Gaza, sitiada desde 2007 y cuyas fronteras están controladas por Israel. Pero aun así sentí profundamente estas pérdidas.
Soy un antropólogo de la audición que estudia la sordera, la discapacidad y las tecnologías de asistencia en Jordania y en el Oriente Medio de habla árabe. Llevo casi cuatro años viviendo en Jordania y he pasado largas temporadas en Egipto, Líbano y otras partes de la Palestina ocupada. Muchas de las personas que conozco gracias a mis investigaciones en Jordania son palestinas, tienen familia en Palestina o son descendientes de palestinos.
Lea más de los archivos de SAPIENS: “Living as Stateless Palestinians in Jordan.” (Vivir como palestinos apátridas en Jordania).
En 2016, como estudiante de máster, publiqué un artículo en la revista Pardee Periodical de la Universidad de Boston (ahora The Pardee Atlas: Journal of Global Affairs) sobre una nueva iniciativa de la ASDC para apoyar a sus estudiantes. Muchos de ellos habían quedado gravemente traumatizados durante la llamada Operación Borde Protector de Israel en el verano de 2014. Tras el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, las fuerzas de seguridad israelíes dirigieron una ofensiva militar contra la Franja de Gaza que se cobró la vida de más de 2.000 palestinos. Como respuesta, la escuela puso en marcha un proyecto en el que los alumnos sordos produjeron cortometrajes de animación sobre sus experiencias en la guerra y sus vidas en Gaza. A través de mi investigación, que incluyó una entrevista por correo electrónico con el personal del ASDC, llegué a entender este proyecto no solo como una poderosa forma de terapia artística, sino también de resistencia no violenta contra décadas de ocupación colonial israelí.
Releer lo que escribí entonces sobre los estudiantes sordos del ASDC mientras presenciaba el aplastamiento de Gaza 10 años después es escalofriante: un recordatorio visceral de que la historia de Palestina, como han observado numerosos comentaristas, no comenzó el 7 de octubre de 2023. Además del hambre, los desplazamientos, los bombardeos y otras formas de violencia física y psicológica que sufren todos los palestinos de Gaza en este brutal y continuo asalto, los gazatíes sordos se enfrentan a vulnerabilidades adicionales que aumentan en tiempos de guerra.
LA GUERRA PARA LOS SORDOS GAZATÍES
Bajo los constantes bombardeos, muchos palestinos sordos de Gaza ––unas 15.000 personas en una población de 1,8 millones—se encuentran en situaciones de grave peligro. Pueden sentir temblores y ver cómo tiemblan las cosas a su alrededor, pero no pueden oír los bombardeos. Muchos de ellos tampoco pueden oír las sirenas de “aviso” de evacuación del ejército israelí ante un ataque inminente. En ambos casos, deben confiar en la familia, los amigos y los vecinos para que les mantengan informados de cualquier peligro y les hagan saber cuándo y adónde correr para escapar de los bombardeos.
Pero la comunicación entre sordos y oyentes, también en Palestina, no es tarea fácil. Se calcula que entre el 90 y el 95 por ciento de los niños sordos de todo el mundo nacen de padres oyentes que no conocen una lengua de señas y no tienen forma de comunicarse con sus familias más allá de lo básico. Estas limitaciones de comunicación se ven agravadas por las complejidades de la guerra en Gaza y la ocupación israelí. Como explicó miembro del personal de la ASDC un en 2015 en referencia a la operación militar israelí: “No todas las familias pudieron utilizar la lengua de señas para explicar el motivo de la brutalidad”. Para muchos de los niños, lo único que veían era a sus familias huyendo de sus casas, sin comprender del todo la situación.
Este miedo y aislamiento no hacen sino agravarse en este genocidio, que afecta no solo a los palestinos sordos de Gaza, sino también a los de Cisjordania. Incluso para los palestinos sordos cuyas familias conocen el lenguaje de señas o comparten una especie de sistema de signos domésticos, los apagones debidos a los cortes de electricidad del gobierno israelí dificultan aún más por la noche la comunicación en un lenguaje visual-gestual. Los palestinos sordos signantes también temen perder sus brazos y, por tanto, su capacidad de comunicación en un bombardeo o un asalto militar, como de hecho les ha ocurrido a algunos miembros de la comunidad.
La guerra también ha afectado gravemente a los palestinos sordos que dependen de dispositivos y tecnologías de asistencia como audífonos e implantes cocleares. En un reciente comentario para la revistaJournal for the Anthropology of North America, las antropólogas Michele Friedner y Christine Sargent describen una conferencia celebrada en diciembre de 2023 en Ammán, Jordania, a la que Friedner asistió con periodistas que informaban sobre temas relacionados con la discapacidad en Oriente Medio. En la conferencia, hablaron de “lo incómodo y chocante que resultaba pensar en adquirir aparatos caros e intentar mantenerlos durante un genocidio”.
La guerra ha hecho casi imposible que los sordos de Gaza puedan cargar sus dispositivos, conseguir pilas y otros accesorios esenciales y acceder a servicios médicos como la rehabilitación auditiva y la logopedia. Estas ayudas y aparatos, como escribe Friedner, “crean sensorios y vidas”, que se están siendo destruídosactivamente en esta guerra.
JUSTICIA PARA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD EN PALESTINA Y MÁS ALLÁ
Todo esto demuestra, como han argumentado convincentemente —incluso antes de los acontecimientos del 7 de octubre— activistas de la discapacidad como Allie Cannington, Alice Wong y Leah Lakshmi Piepzna-Samarasinha, y organizaciones de personas con discapacidad como Sins Invalid y el Abolition and Disability Justice Collective, que la solidaridad con Palestina es también una cuestión de justicia para las personas con discapacidad.
La guerra genocida de Israel pone en peligro de forma desproporcionada a los palestinos sordos y discapacitados. También es causa de discapacidad. Las armas de guerra hieren cuerpos, rompen huesos, revientan tímpanos y ciegan ojos. En 2017, el académico de estudios sobre discapacidad Jasbir Puar describió estas condiciones discapacitantes como el resultado del “derecho a mutilar” de Israel. Estas condiciones se han desplazado ahora a lo que Sargent y Friedner llaman una “voluntad sin disculpas de masacrar”.
Israel se presenta como comprometido con la defensa de los derechos de las personas con discapacidad y como modelo de accesibilidad en la región. Sin embargo, sus acciones en Gaza demuestran que este compromiso no se extiende a los palestinos, de quienes Israel, como potencia ocupante, es responsable de garantizar un trato humano conforme al derecho internacional.
Los académicos y activistas en materia de discapacidad se oponen a lo que consideran el “lavado de cara de la discapacidad” y el “lavado de cara de la accesibilidad” de Israel, o el uso de la retórica de los derechos de las personas con discapacidad para desviar la atención de otros abusos contra los derechos humanos y, al mismo tiempo, justificar esos abusos. También se oponen a los esfuerzos de empresas y gobiernos por utilizar tecnologías diseñadas para la accesibilidad con fines bélicos, como el desarrollo de prótesis armamentísticas.
Como escribe la activista Nelly Bassily, “Israel no puede, por un lado, ratificar la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y, por otro, mutilar y discapacitar a los palestinos con la brutal fuerza colonial imperialista”.
Estos académicos y activistas reconocen, como hacen los propios palestinos discapacitados, que “los derechos de los discapacitados no pueden existir en ausencia de otros derechos fundamentales, como el derecho a la atención sanitaria, a la alimentación y al agua, y a la vivienda”, como explican Sargent y Friedner.
En el último año, al igual que muchos de sus homólogos sordos y sin discapacidad, los palestinos sordos y discapacitados han utilizado las redes sociales para mostrar las condiciones sobre el terreno en Palestina. Entre ellos se encuentran Basem Alhabel (presentado recientemente por Middle East Eye y UN News), Kamal Ghazal y Nabeel Al Shokri. Los palestinos sordos de la diáspora también realizan este tipo de esfuerzos como parte del amplio movimiento de solidaridad con Palestina. Por ejemplo, Ranem Shhadeh, que es Sorda y palestino-estadounidense, dirige Access Palestine y Olive Guardians, una organización que trabaja para que la información sobre Palestina sea accesible para el público sordo internacional mediante la interpretación en lengua de señas y la subtitulación, en persona y en línea.
Mientras tanto, en Palestina, la ASDC sigue prestando todos los servicios posibles, a pesar de la pérdida de su edificio principal, y colabora con otras organizaciones para ayudar a los desplazados de Gaza con y sin discapacidad. En medio de la muerte y la destrucción, la ASDC —que ahora funciona en una tienda de campaña— organiza sesiones de apoyo psicosocial para familias desplazadas, alimenta a familias que viven en refugios, distribuye audífonos a niños sordos e imparte educación integradora a estudiantes.
Los sordos palestinos encarnan el sumud, la firmeza frente a la violencia implacable. Como antropólogo, sigo su ejemplo: persistir en dar testimonio, enseñar sobre la discapacidad y denunciar la injusticia, en Palestina y en otros lugares.