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Essay / Wayfinding

Leyendo el futuro de una mina amazónica

El pueblo shuar, un grupo indígena de la Amazonía ecuatoriana, se enfrenta a crecientes amenazas causadas por la minería industrial. Pero algunos encuentran fuerza y valor para resistir y defender su modo de vida, apelando a los conocimientos adquiridos mediante el uso de plantas alucinógenas.
Dos personas con cascos y chalecos rojos y botas amarillas permanecen de pie cerca de un gran camión volquete rojo junto a una cantera rocosa.

Mirador, la mayor mina industrial de cobre y oro de Ecuador, es gestionada por EcuaCorriente S.A., filial del conglomerado empresarial chino CRCC-Tongguan.

Rodrigo Buendía/AFP/Getty Images

OrganiZAR UN SINDICATO LABORAL es arriesgado. Más aún si intentas hacerlo en una mina industrial en medio de la Amazonía. No obstante, Katán no tiene miedo. [1] Todos los nombres han sido cambiados para proteger la privacidad de las personas. En su lugar, él tiene conocimientos chamánicos.

Katán me contó esto una tarde, hace varios años, poco después de que empezara a colaborar con mi investigación de campo. Estábamos sentados en la cocina de su casa de madera, cerca del río Zamora, en el sureste de Ecuador, en tierras ancestrales del pueblo shuar—el segundo grupo indígena más grande del país—. Joven, franco y decidido, Katán quería mejorar las condiciones laborales en Mirador, la mina industrial de cobre y oro donde él y muchos otros miembros de su comunidad trabajaban.

Inversionistas extranjeros junto con el gobierno ecuatoriano empezaron a planear la extracción industrial de minerales en la región a principios de la década de 2000. Al principio, algunas personas shuar se mostraron esperanzadas por las oportunidades económicas que les prometían. Mirador se inauguró en 2019, con gran pompa, como la primera y mayor mina industrial de cobre y oro del país. Desde entonces, la mayoría de las promesas que hicieron los inversionistas y los líderes del gobierno han quedado en nada, y se ve poco crecimiento económico entre las comunidades shuar. Recientemente, organizaciones ecologistas han advertido del posible riesgo de colapso de las dos presas de relaves de la mina, estructuras donde se contienen los subproductos tóxicos de la extracción minera. Esta y otras graves preocupaciones ambientales siguen, hasta la fecha, sin respuesta.

Un mapa en blanco y negro muestra una región con una zona sombreada hacia la parte inferior con puntos etiquetados como "Macas" y "Zamora" con pequeños bloques amarillos, naranjas y rojos agrupados a su alrededor. Una leyenda dice: "Concesiones mineras industriales en tierras shuar en Ecuador". Las formas naranjas están etiquetadas como "Panantza San Carlos", las rojas como "Mirador" y las amarillas como "Fruta del Norte".

Tras años de lucha viendo sus salarios en la mina estancados y frecuentes accidentes laborales, los trabajadores de Mirador han conseguido formar un sindicato desde donde pueden exigir salarios más altos y contratos a largo plazo con condiciones de trabajo más seguras. Sin embargo, el consorcio empresarial chino que explota la mina ha podido eludir al sindicato aprovechándose de los vacíos legales en la legislación y subcontratando a la mayor parte de su mano de obra a pequeños contratistas.

Katán quiere cambiar esta situación. Si los directivos se niegan a ampliar el sindicato de Mirador, él quiere crear sindicatos para cada pequeño contratista que participe en el proyecto minero. Él sabe que es una iniciativa arriesgada y es consciente de las numerosas tácticas antisindicales que existen.

Pero Katán también sabe que acabará triunfando.

¿Cómo lo sabe? A través de un sueño inducido por maikiúa, una poderosa planta alucinógena conocida también en Ecuador como floripondio.

Los shuar recurren a la maikiúa y con mayor frecuencia a la infusión alucinógena conocida localmente como natem (o ayahuasca) para inducir temple, salud y vitalidad. Pero eso no es todo. Estas plantas crean experiencias visionarias que permiten a los shuar predecir el futuro o, como dicen algunos chamanes, “saber qué va a pasar, cómo va a pasar y por qué van a pasar las cosas”.

Una flor blanca en forma de campana cae de una delgada rama de árbol en un bosque salpicado de hojas verdes.

Los shuar recurren a la maikiúa, o trompeta del ángel, para revelar visiones del futuro que utilizan para guiar las acciones en el presente.

Lydia Andrés Oleas

Como antropólogo social, estudio cómo las prácticas chamánicas ayudan al pueblo shuar a desenvolverse tanto en la vida cotidiana como en los urgentes retos políticos impuestos por la extracción de recursos y la expansión de la inversión capitalista en la Amazonía. He visto de primera mano cómo la minería a gran escala despoja a las personas de sus hogares y contamina y deforesta sus tierras ancestrales. También he tenido que sortear las fuertes divisiones que caracterizan a la política shuar. El pueblo shuar no siempre está de acuerdo en cuál es el mejor camino para mantener su autonomía territorial y política; la minería ha exacerbado estas divisiones.

A pesar de estos conflictos, los shuar confían en el conocimiento chamánico para tomar decisiones y encontrar el valor para afrontar las amenazas a su modo de vida. El conocimiento chamánico es compartido tanto por quienes luchan para mejorar sus condiciones laborales, como por quienes luchan para acabar con la minería en sus comunidades.

LAS PLANTAS CHAMÁNICAS EN LA VIDA COTIDIANA

La noche de nuestra entrevista, Amanda, la esposa de Katán, nos puso delante un humeante cuenco de yuca cocida y se unió a la conversación. Amanda coincidió con su marido en el poder de las plantas chamánicas. A lo largo de su vida, las predicciones visionarias inducidas por estas plantas no le habían fallado nunca. Fue el natem, después de todo, quien le dijo, cuando apenas era una adolescente, que acabaría viviendo con Katán en una apartada región del sur, lejos de Puyo, la tierra de su madre.

Pero Amanda también sabía, por otro sueño visionario, que por mucho que amara a Katán, no vivirían juntos hasta su vejez. “Vi a otro hombre”, añadió, “a mi lado mientras envejezco”.

El giro que había tomado nuestra conversación entonces me dejó estupefacto. Me volví hacia Katán, pero lo único que percibí en él fue una mueca de resignación.

Este vídeo muestra a Cristóbal Naikiai, funcionario de la Federación Shuar durante muchos años y ya jubilado, preparando un brebaje de natem (o ayahuasca en kichwa) para obtener conocimientos visionarios.

Sebastián Vacas-Oleas

El coraje y la valentía que ofrecen las plantas chamánicas —contenidos concisamente en la palabra valor— son cualidades apreciadas dentro de las concepciones shuar de personalidad y liderazgo. Tradicionalmente, el pueblo shuar ha asociado el conocimiento visionario que ofrecen estas plantas con el crecimiento personal, la disciplina y la búsqueda o el retorno al camino correcto en la vida. En el pasado, cuando la sociedad shuar estaba dominada por grandes guerreros, obtener conocimientos visionarios era un requisito importante para planificar guerras y ataques contra adversarios y enemigos.

Hoy en día, las percepciones reveladas por el conocimiento visionario pueden entretejerse en las acciones diarias de las personas y en sus expectativas a largo plazo sobre el futuro. Por ejemplo, la gente shuar puede recurrir al natem para decidir si acepta una oferta de trabajo o si conviene cursar estudios universitarios, o, como Amanda, para descubrir si el amor de una pareja será permanente o temporal. Igualmente, como han documentado otros antropólogos, los shuar y otros pueblos indígenas amazónicos también recurren a las plantas chamánicas para obtener determinación y certeza a la hora de organizarse y llevar a cabo acciones políticas.

MINERÍA INDUSTRIAL EN LA AMAZONÍA SHUAR

El pueblo shuar es famoso por  defender su soberanía. El Imperio español que empezó a colonizar la Amazonía a mediados del siglo XVI nunca pudo controlar totalmente el territorio shuar. Entonces, tras una serie de revueltas locales, los colonizadores españoles se vieron obligados a abandonar la región en 1599. Durante alrededor de 300 años, los shuar casi no serían molestados por forasteros.

En los años sesenta, cuando la república ecuatoriana se expandió hacia sus tierras, los shuar crearon la primera federación indígena de Latinoamérica. La Federación Shuar fue fundamental para recuperar las tierras shuar y defender a su pueblo de la invasión de colonos en aquella época. En la actualidad, la federación sigue siendo un importante muro de contención entre el pueblo shuar y el Estado ecuatoriano y los intereses mineros.

Tomada desde un ángulo ascendente, una fotografía muestra a una persona sin camiseta que lleva un tocado de plumas rojas, azules, amarillas y negras, una pulsera de colores y varios collares de cuentas. Sujeta una bandera amarilla y verde.

Un guerrero shuar marchó en 2012 durante una protesta organizada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador y la Federación Shuar. La manifestación contra las políticas del entonces presidente Rafael Correa se debió en parte al acuerdo del gobierno con China para permitir la extracción industrial de cobre en la provincia de Zamora Chinchipe.

Rodrigo Buendía/AFP/Getty Images

A pesar de ello, en las dos últimas décadas, la minería industrial ha cambiado lenta y gradualmente la vida cotidiana en el territorio shuar. A principios de la década de 2000, geólogos, hidrólogos y arqueólogos empezaron a contratar a la población local para hacer estudios de prospección. Les siguieron abogados e ingenieros, promesas de desarrollo, ofertas de trabajo y augurios de un crecimiento económico nunca antes visto por la población local.

Sin embargo, cuando llegué a Ecuador para llevar a cabo mi trabajo de campo en 2015, el ambiente general en toda la región era desesperanzador. Una nube de discordia dividía a las comunidades afectadas por la minería o dependientes de ella. Algunas seguían siendo cautelosamente optimistas sobre lo que la minería podría aportar a sus comunidades. Otras se resistían con vehemencia  a cualquier forma de incursión minera, incluida la Federación Shuar y grupos de activistas aliados apoyados por organizaciones no gubernamentales. En 2016, manifestantes shuar quemaron un campamento minero situado en tierra indígena. Desde entonces, han creado un foco de resistencia alrededor de la cuestionada mina Panantza San Carlos, propiedad del mismo consorcio empresarial que desarrolló Mirador.

A lo largo de los años, varios activistas antimineros se han enfrentado a consecuencias violentas por su resistencia. En 2014, José Isidro Tendetza Antún, un fuerte crítico de la industria, fue hallado muerto con signos de tortura. Su asesinato se produjo pocos días antes del viaje que debía realizar a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Lima, Perú, donde iba a denunciar la contaminación, la deforestación y el desalojo provocados por Mirador. Desde entonces, la violencia ha sido constante y recurrente. Otros activistas que se oponen a la minería industrial denuncian ser frecuentemente acosadoscriminalizados y amenazados por personal de seguridad y militares. Al mismo tiempo en que los trabajadores reportan condiciones de inseguridad y explotación. En resumen, aunque los shuar no se pongan de acuerdo sobre la mejor forma de actuar políticamente, nadie está muy contento con lo que ha traído la minería a gran escala.

RESISTIR PARA EL FUTURO

Con la llegada de la minería industrial, el pueblo shuar se ha visto obligado a reflexionar y replantearse el futuro de sus comunidades y tierras. Estas son inquietudes comunes a las que se enfrentan las personas cuyo sustento se ve amenazado por la extracción de recursos. Pero el conocimiento chamánico de las plantas confiere un poder único a las percepciones y enfoques del pueblo shuar ante estos retos. Para los shuar, poseer un conocimiento visionario refuerza un sentido de agencia y confianza hacia el futuro.

“Los shuar, como otros pueblos del mundo, podemos aprender de nuestra historia y experiencias pasadas”, me dijo un chamán cuando le pregunté qué significaba conocer el futuro. “Pero solo nosotros podemos hacer historia cuando cumplimos nuestros sueños visionarios”.

Este sentido de agencia ha acompañado a los shuar durante siglos y hoy ayuda a sus comunidades a transformar en acción individual y colectiva las experiencias de exclusión, explotación y abuso colonial. Quienes luchan por poner fin a la minería en sus territorios se basan en el conocimiento visionario para planificar con seguridad las acciones de resistencia, elaborar estrategias sobre el mejor momento y averiguar en quién confiar. Del mismo modo, el conocimiento chamánico de las plantas informa a quienes, como Katán, luchan desde dentro de la economía minera para hacer valer su autonomía y sus derechos como trabajadores.

Para saber más sobre el poder chamánico y la política en la Amazonía, escuche el episodio del podcast de SAPIENS  The Conversion of Julio Tiwiram.” (La conversión de Julio Tiwiram).

Hace unos meses, volví a ver a Katán y a Amanda. No me sorprendió saber que ya no vivían juntos. Como era de esperar, Amanda vio la ruptura de su relación como la confirmación de sus experiencias visionarias.

“¿Qué te dije? Me vi envejeciendo con otro hombre”, me dijo. A pesar de la ruptura, estaba tranquila y no tenía prisa por formar otra relación.

Katán, en cambio, ya había encontrado una nueva pareja. Tras tomarse un largo descanso para rehacer su vida personal, acababa de volver a trabajar en la mina. Durante su ausencia, las cosas no habían mejorado en absoluto, se quejó. Dos trabajadores extranjeros habían muerto aplastados por un deslizamiento de tierra la semana anterior a nuestro encuentro. Le preocupaba que algo similar pudiera ocurrirle a la gente de su comunidad.

Dos personas con chalecos naranjas se encuentran en un camino de tierra aplanado frente a dos volquetes rojos, una empinada montaña de tierra y un arco de banderas que bordean la base de la montaña.

Lugareños, activistas e investigadores afirman que la mina Mirador ha causado graves impactos medioambientales y ha provocado conflictos entre las comunidades.

Rodrigo Buendia/AFP/Getty Images

He vuelto justo a tiempo”, dijo Katán.

Entonces me pidió que encontrara el contacto de un buen abogado de derechos laborales en la capital. Esta vez, Katán estaba decidido a seguir adelante con sus planes de organización sindical. Nervioso por él, le mencioné los posibles peligros de traer a un abogado blanco de la ciudad. No le dio mucha importancia a mis temores. Vacilante, acepté ayudarle.

Se espera que los shuar que han adquirido destreza visionaria sean firmes, hablen alto y claro, y por lo tanto, ocupen puestos prominentes y de liderazgo, especialmente cuando siguen un camino determinado hacia el futuro. Katán parecía resuelto y dispuesto a aceptar su destino.

“La próxima vez que me visites, deberíamos ir a beber natem con mi tío”, me dijo. “Ahí verás que todo saldrá bien”.

 

Lea la transcripción del vídeo “Brewing Natem” (preparando natem)

TRANSCRIPT OF “BREWING NATEM” IN SPANISH AND SHUAR-CHICHAM

CRISTÓBAL NAIKIAI: Lo que yo digo al cortar es: “Natema iwiaitkiatá.”

“Umartajme.”

Entonces, la planta es un ser que a través de esto se presenta, se manifiesta en un ser supremo. Por suerte, si estamos nos revela lo que vamos a ser el día de mañana, a mí o a mi familia. Ya.

“Natema iwiaitkiatá.”

[Yaji] es una planta igual que natem, cumple sus funciones. Esto es lo que complementa los espíritus que el natem tiene, este le complementa. Eso le personifica, lo que allá no le completa. Esta planta, sí. Voy a coger un poquito más …

Esto hay que sacar a un lugarcito. … Ahí está en defenso. Ahí.

SEBASTIÁN VACAS-OLEAS: ¿Dejas arriba para que no molesten los animales?

CRISTÓBAL NAIKIAI: No; nada, nada. Ahí tiene que podrirse.

Voy a traer agua.

Ya está haciéndose espeso. Ya está haciéndose espeso.

Bueno, esta es la esencia de toda la preparación. Un bejuco largo que cortamos en varios pedazos, se hizo un buen montoncito, en la olla.

Cuatro veces he puesto agua que estaba hirviendo, y de eso salió esta esencia. Aquí está concentrado la vida, está toda la sabiduría de la selva, y los espíritus. Están aquí.

ENGLISH TRANSLATION

CRISTÓBAL NAIKIAI: This is what I say before chopping: “Natem, give me a vision to see.”

“I’m going to drink you.”

This plant is a being, and through this drink it will show itself; it will manifest as a supreme being. If we are lucky, it’ll reveal to us what we’ll be tomorrow, to me or to my family.

“Natem, give me a vision to see.”

This [yaji] is a plant just like natem; it has a purpose. It complements the spirits of natem. It personifies and provides what natem is lacking. This plant, yes. I’ll collect some more …

We have to take this some other place. … It is safe there. There.

SEBASTIÁN VACAS-OLEAS: Are you leaving it up there so animals don’t disturb it?

CRISTÓBAL NAIKIAI: Nothing should get to it. It should rot there.

I’ll fetch some water.

Look, it’s thickening. It’s thickening.

Here is the essence of all our brewing. It comes from a long liana that we chopped into several pieces. We piled it up inside a pot. I poured water four times into the pot to boil it until we got this essence. Life is condensed in here. It has all the wisdom of the forest and its spirits. They are all here.

Sebastián Vacas-Oleas es antropólogo social y trabaja con el pueblo shuar de la Amazonía occidental. Se doctoró en la Universidad de Oxford y actualmente es profesor e investigador visitante en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales—sede Ecuador. Dirige un proyecto con el Grupo de Investigación de la Asociación Shuar de Bomboiza, financiado por la Fundación Wenner-Gren, para estudiar las ubicaciones ancestrales de los shuar, los movimientos migratorios, las prácticas de jardinería de las mujeres y los cambios a largo plazo en las relaciones indígenas con la tierra.
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