Cuando la pseudociencia inspirada en la Biblia y el clickbait causan saqueos
Por innumerables razones, y como muchos otros académicos que trabajan en el suroeste de Asia, nos decepcionó profundamente cuando Scientific Reports, una revista revisada por pares que opera bajo una de las revistas científicas más importantes del mundo, Nature, publicó una investigación pseudocientífica sobre un supuesto antiguo estallido cósmico en el aire que destruyó Tall el-Hammam en lo que hoy es Jordania. Los autores especulan que este evento putativo puede haber sido la base de la historia bíblica de Sodoma, en la que una ciudad supuestamente fue destruida por piedras y fuego enviados desde el cielo.
A la fecha, se ha accedido a la historia original de Scientific Reports 348.000 veces y ha generado casi 20.000 tuits (incluido un retuit del astronauta Chris Hadfield, que tiene más de 2 millones de seguidores). Ha sido cubierto en 176 medios de comunicación (incluidos destacados medios científicos, como la revista Smithsonian) y ocupó el puesto 55 de los más de 300.000 artículos rastreados de una edad similar en todas las revistas académicas.
Gran parte de la atención de los medios nos pareció ser impulsada por clickbait (texto sensacionalista diseñado para atraer a los lectores a las afirmaciones a menudo dudosas de un artículo). Por ejemplo, el artículo de The Conversation escrito por algunos de los autores del estudio presentaba el tentador título “Una roca espacial gigante demolió una antigua ciudad del Medio Oriente y a todos en ella: posiblemente inspiró la historia bíblica de Sodoma”. El artículo se volvió a publicar ampliamente, incluso en SAPIENS como “¿Un asteroide dio forma a esta famosa historia bíblica?” –una clara provocación—.
¿Qué está en juego cuando la pseudociencia se convierte en clickbait? Muchas cosas, pero aquí tenemos tiempo y espacio para abordar solo dos repercusiones: la erosión de la integridad científica y la destrucción de sitios arqueológicos.
Primero, este caso ejemplifica la pobre producción de conocimiento arqueológico. Después de que se publicó el artículo de Scientific Reports, el mundo de Twitter se incendió. Los académicos diseccionaron la ciencia de mala calidad, los análisis deficientes de los restos biológicos, las imágenes editadas, la agenda religiosa abierta y las malas interpretaciones de los contextos estratigráficos, en particular aquellos que muestran evidencia de quema. Esto hizo que muchos se preguntaran sobre el proceso de investigación y cómo un documento tan defectuoso logró pasar la revisión por pares.
Un científico líder en colisiones de asteroides y explosiones en el aire, el físico Mark Boslough recurrió a Twitter para deconstruir línea por línea los errores científicos en el artículo. Después de examinar las imágenes utilizadas en la publicación, Elisabeth Bik, microbióloga y consultora de integridad científica, concluyó: “Varias fotos de los sitios de excavación parecen contener partes clonadas, pequeñas áreas que parecen ser visibles varias veces dentro de la misma foto”. Ella cuestionó las razones detrás de las alteraciones fotográficas.
Los antropólogos biológicos Megan Perry y Chris Stantis analizaron las interpretaciones de los restos humanos y señalaron que el examen fue realizado por un médico y no por un bioarqueólogo capacitado. Según Perry, “los médicos pueden conocer los conceptos básicos de anatomía, pero por lo general NO son expertos en interpretar la tafonomía o sea distinguir entre traumatismo antemortem, perimortem y postmortem”.
El antropólogo Matthew Boulanger identificó una falla grave con las fechas de radiocarbono: “La(s) fecha(s) reportada(s) refleja(n) la suposición a priori de que todas las fechas del 14C DEBEN representar un solo evento, y no (como se presentó) una prueba de si las fechas SÍ representan un solo evento. Esta es la definición de afirmar el consecuente, y es #cienciamala (#badscience)”.
La condena de los hallazgos de este artículo comparte un elemento común: los críticos afirman que los datos se crearon para ajustarse a una sola hipótesis de que Tall el-Hammam es la Sodoma bíblica, incluso si los autores solo mencionan esa conexión en sus artículos y tienen cuidado de no hacer una afirmación directa.
Para Steven Collins, el director del proyecto en Tall el-Hammam, y su equipo, el ejercicio de demostrar que Tall el-Hammam es Sodoma es el punto central del esfuerzo. El objetivo del trabajo se centra decididamente en identificar a Sodoma, por lo que parece que toda la interpretación, comunicación y recaudación de fondos de su trabajo se inclina para cumplir ese objetivo.
El equipo produce una historia de alto perfil, lucrativa y clickbait que pueden implementar en una amplia gama de lugares académicos y de cara al público. En el artículo del Wall Street Journal de 2007, “Excavando la ciudad del pecado, los cristianos trabajan duro en el desierto de Jordania”, Collins afirma que Tall el-Hammam es “la zona cero de la maldad” y que el sitio algún día sería “un gran destino turístico con un letrero grande, ‘Bienvenidos a Sodoma’, tal vez en rosa neón”.
Este artículo del WSJ describe a voluntarios pagando miles de dólares para participar en la excavación y señala que los esfuerzos de recaudación de fondos apelaron a los temores de un mundo poscristiano. Collins afirma que trató de verificar las historias bíblicas para desafiar las “pequeñas alimañas insidiosas de dudas persistentes sobre la credibilidad de la Biblia. El cristianismo se perdió en Europa porque perdió la fe en el texto bíblico. La América poscristiana está muy, muy cerca”.
Cualquiera que se preocupe por la arqueología, incluidos los científicos y los medios de comunicación científicos y el público que depende de ellos, debería cuestionar los resultados de las excavaciones que acompañan a afirmaciones como estas hechas por Collins.
La era de los arqueólogos con una Biblia en una mano y una pala en la otra debería descansar en el pasado, enterrada en las prácticas arqueológicas colonizadoras de los siglos XIX y XX. Hoy en día, numerosas empresas arqueológicas rigurosamente científicas investigan períodos de tiempo bíblicos, pero ninguna afirma que lleva a cabo su investigación para probar que las historias bíblicas son un hecho.
La gran mayoría de los arqueólogos que trabajan en la región no creen que Tall el-Hammam—o los sitios de Bâb adh-Dhrâʿ y Numayra, ambos tradicionalmente asociados con Sodoma y Gomorra—puedan (o incluso deban) equipararse con estas míticas ciudades bíblicas.
En cambio, los pueblos antiguos de la región probablemente desarrollaron historias orales e historias para explicar estos “pueblos fantasmas” ubicados junto al Mar Muerto. Esas historias luego formaron la base de las tradiciones orales que finalmente se escribieron, más de un milenio después, en la Biblia.
Hemos pasado décadas investigando y publicando sobre las comunidades urbanas de la Edad del Bronce Antigua (3600–2000 a. C.) de la llanura del Mar Muerto, mientras trabajamos incansablemente para disipar la pseudociencia disfrazada de arqueología que rodea la historia bíblica de Sodoma y Gomorra.
Como arqueólogos antropológicos y pensadores críticos, especialmente sobre recursos patrimoniales, no estamos interesados en equiparar sitios reales con ciudades bíblicas míticas.
Debemos rechazar el trabajo que invierte los métodos establecidos de la arqueología y la ciencia. En la ciencia, los investigadores intentan participar en una investigación objetiva, siguiendo la evidencia hacia donde conduce. Collins y los miembros de su equipo invierten este método, intentando confirmar una creencia previa. Su enfoque alimenta la pseudociencia.
El resultado de esta pseudociencia es un clickbait viral que resuena dramática y rápidamente fuera de la academia, independientemente de cualquier retroceso lento, medido y basado en evidencia que ocurriría en un discurso académico tradicional.
La lucha contra el clickbait no es una batalla abstracta. Las narrativas arqueológicas que destacan las conexiones con Sodoma y Gomorra provocan un daño físico real a los recursos patrimoniales y al pueblo de Jordania a través de la excavación ilegal de sitios asociados con estos asentamientos míticos.
Si bien los autores del artículo de Scientific Reports afirman que la cuestión de si Tall el-Hammam es la ciudad bíblica de Sodoma “está más allá del alcance de esta investigación”, mencionar a Sodoma varias veces y especular sobre la conexión produce resultados insidiosos.
Las historias sensacionalistas producidas como resultado del informe original acentúan las conexiones bíblicas con los sitios arqueológicos, generando una gran publicidad. Esto aumenta el deseo de antigüedades de estos lugares, y la creciente demanda da como resultado saqueos.
Los artefactos adquiridos ilegalmente se comercializan explícitamente a personas que buscan una conexión tangible con la Biblia.
Nuestro Proyecto Follow the Pots colabora con el Departamento de Antigüedades de Jordania para rastrear cómo los recipientes de cerámica de la Edad del Bronce Antigua enterrados con los muertos se extraen de los cementerios del Mar Muerto, se pasan de contrabando a través de una frontera internacional, se lavan y se ponen a disposición de los consumidores en tiendas de antigüedades autorizadas legalmente y casas de subasta. Usamos drones para documentar los daños extensos causados por saqueos y realizamos entrevistas etnográficas (con protocolos aprobados por la Junta de Revisión Institucional) con compradores en el mercado legal de antigüedades de Israel.
Los compradores han explicado sus motivaciones para adquirir estos objetos diciendo, quiero “algo de la época de Jesús”, “algo relacionado con la Biblia”, o “una olla de la ciudad del pecado” (es decir, la ciudad bíblica de Sodoma).
Los esfuerzos encomiables del Departamento de Antigüedades de Jordania para proteger su pasado a menudo se ven abrumados y obstaculizados por las redes arraigadas que lavan artefactos adquiridos ilegalmente para ingresar al mercado legal, donde se comercializan explícitamente a personas que buscan una conexión tangible con la Biblia.
Sin embargo, cuando Boslough señaló en Twitter que “los fragmentos de cerámica de Sodoma y Gomorra tendrían un valor de mercado mucho mayor que los fragmentos de algún sitio no identificado al azar”, Collins descartó esta importante preocupación, contra toda evidencia. Él respondió: “Tonterías”.
Surgen serias repercusiones del saqueo de estos cementerios de la Edad del Bronce Antigua para apoyar la demanda de piedras bíblicas. Los ajuares funerarios en honor a los muertos se transforman en mercancías disponibles para la compra. Los restos óseos de ancestros alguna vez venerados están esparcidos por las superficies marcadas de hoyos de estos cementerios –un destino que estos ancestros y sus dolientes nunca anticiparon—.
La destrucción de estos cementerios anula las posibilidades de estudiar las costumbres funerarias y los restos humanos de la Edad del Bronce Antigua para obtener información sobre una de las culturas urbanizadoras más antiguas del mundo.
El saqueo no solo elimina artefactos; también destruye otros materiales menos vendibles y borra evidencia contextual crucial para la interpretación arqueológica. Por último, la demanda de estos objetos roba literalmente el patrimonio cultural de los jordanos, especialmente de aquellos que viven en comunidades cercanas a estos cementerios junto al Mar Muerto.
El saqueo impulsado por la demanda importa, y los arqueólogos, las revistas científicas, los medios de comunicación y el público nunca deben apoyar o fomentar ciega y alegremente estas actividades a través de afirmaciones de clickbait basadas en pseudociencia.