Cómo desaparecen objetos de los museos
UN CONSERVADOR DE MUSEOS ACUSADO
En agosto de 2023, se dio a conocer la noticia de que un conservador presuntamente robó y vendió cerca de 2.000 objetos del Museo Británico a lo largo de varias décadas. El material incluye anillos, pulseras, collares y pendientes de oro, principalmente de la antigua Grecia y Roma.
La ironía es palpable: una institución famosa por exhibir artefactos coloniales saqueados, convertida en víctima del robo de objetos por parte de un miembro del personal.
Una de las principales justificaciones que los museos suelen dar para negar la restitución y repatriación de objetos culturales es la supuesta necesidad de salvaguardar el material dentro de las instituciones. Los recientes robos contradicen este argumento y han fortalecido las demandas de defensores que representan a países como Grecia y Nigeria para la devolución legítima de su patrimonio cultural.
Fui la única conservadora de museos afrodescendiente en el Museo Británico durante casi tres años como conservadora de proyectos de conjuntos arqueológicos. Mi mandato coincidió con las históricas manifestaciones de Black Lives Matter en 2020, y me uní al Comité de Igualdad y Diversidad del museo, trabajando con compañeros de profesión para cambiar la institución desde dentro.
Ahora espero facilitar el cambio desde el exterior compartiendo los conocimientos que obtuve sobre las prácticas de adquisición y conservación del museo. Para que los museos y el público puedan tener discusiones significativas sobre el futuro de las colecciones, es fundamental comprender las prácticas opacas y obsoletas de la institución, ya que pueden dar lugar a tales robos.
CÓMO INGRESAN LOS OBJETOS A LOS MUSEOS
El Museo Británico exhibe alrededor de 80.000 objetos en sus galerías públicas. Pero lo que se muestra representa solo una pequeña fracción – el 1% – de la colección del museo, que consta de la asombrosa cifra de 8 millones de objetos. El material restante se almacena fuera de la vista del público en el museo y en otros dos almacenes externos. En estas instalaciones con control climático, varios equipos trabajan en la catalogación y conservación de los objetos. Estos espacios son centros dinámicos de investigación y aprendizaje.
La amplitud de objetos ha crecido considerablemente desde que se estableció la colección fundacional del Museo Británico en 1753. Adiciones sustanciales, como los Bronces de Benín, placas y esculturas saqueadas por las fuerzas británicas en 1897 del Palacio Real del Reino de Benín, provienen de conflictos y expansión imperial. Pero la mayoría de los objetos llegan al museo por otros medios.
Muchos objetos provienen de excavaciones arqueológicas en las que los académicos del Museo Británico han participado a nivel local e internacional desde el siglo XIX. Hoy en día, los investigadores necesitarían licencias de exportación y permisos gubernamentales para sacar material de un país anfitrión. Pero en el pasado, arqueólogos europeos y estadounidenses solían apropiarse de hallazgos y los distribuían entre los principales museos del mundo.
El Museo Británico también adquiere objetos arqueológicos a través de la Iniciativa de Antigüedades Portátiles, una plataforma para registrar objetos descubiertos en Inglaterra y Gales por el público. Aunque el proyecto se centra en la documentación, también proporciona a los museos un marco legal para comprar hallazgos. A través de la Ley del Tesoro de 1996, el Museo Británico ha obtenido objetos como la Copa Ringlemere, un recipiente de la Edad del Bronce temprana hecho de una sola lámina de oro, que data de hace casi 4.000 años.
Los objetos también se pueden comprar mediante subastas, aunque puede resultar difícil demostrar que adquisiciones históricas concretas se obtuvieron y transfirieron por medios éticos. Muchos de estos objetos carecen de títulos de propiedad adecuados, o de cualquier documentación. Este es el caso de la mayoría de los dinares almorávides de la colección del museo. Estas monedas de oro, acuñadas durante el siglo XI en el noroeste de África y en España, han sido el foco de mi investigación más reciente.
Uno de los mayores desafíos para el personal del museo proviene del ingreso mediante donaciones y legados: objetos que coleccionistas privados acumulan y donan al museo. Al igual que el material adquirido a través de casas de subastas, puede ser difícil establecer cómo estos donantes formaron sus colecciones privadas. Además, las donaciones y legados pueden representar una avalancha inesperada de miles de objetos que necesitan una catalogación detallada, cuidado de conservación y soluciones de almacenamiento especiales. El personal y los recursos para llevar a cabo estas tareas son escasos y a menudo se asignan a otros proyectos con plazos más urgentes. Para complicar aún más las cosas, los departamentos del Museo Británico se han dividido y fusionado varias veces a lo largo de los siglos, sin establecer la responsabilidad del cuidado de las colecciones durante esos cambios.
Por lo cual, los objetos a menudo permanecen en un limbo, sin ser catalogados durante décadas.
CÓMO PASAN DESAPERCIBIDOS LOS OBJETOS PERDIDOS
Cuando entra una nueva colección, se inventaría el número de cajas, principalmente para evaluar los requisitos de almacenamiento. Pero en algún momento, se debe realizar una auditoría detallada del contenido exacto de cada caja. Esto puede incluir tomar medidas, pesos, fotografías y evaluaciones de condición. El equipo de auditoría hace recomendaciones de conservación e ingresa la información en una base de datos. Esta labor es seguida por un proceso conocido como “accesión”, mediante cual los objetos son asignados números únicos e incorporados legalmente a la colección.
Esta inmensa tarea requiere tiempo y recursos considerables, lujos que el personal del museo a menudo no puede permitirse. Las recesiones económicas resultan en recortes presupuestarios que afectan la retención de empleados y la continuidad del trabajo. Los proyectos pueden ser relegados a un segundo plano, abandonados e incluso olvidados. Sin documentación explícita en los registros históricos de un museo o bases de datos digitales actualizadas, no hay rastro del objecto: es como si no existiera.
Personas con acceso y autorización podrían retirar esos objetos sin ser detectados.
OBSTÁCULOS PARA LA REPATRIACIÓN
Bajo estas circunstancias, ¿por qué no repatrian objetos más a menudo los museos?
Para que el Museo Británico repatríe material, debe emprender una exhaustiva investigación de su procedencia, determinar su propiedad legal, retirar los objetos de su catálogo oficial y renunciar a la custodia legal sobre ellos.
Sin embargo, una vez que se ha completado la accesión de un objecto, solo se le puede dar de baja en condiciones muy restringidas, según lo estipula la Ley Parlamentaria del Museo Británico de 1963. Bajo esta ley, el museo solo puede descartar objetos que sean “duplicados”, “inadecuados para ser retenidos” o “inútiles para los propósitos del museo” debido a daños. Si cumplen estas condiciones, se podrían vender, intercambiar, regalar o destruir.
En 2005, los miembros de la junta ejecutiva del Museo Británico buscaron aclaraciones legales sobre el posible retorno por motivos morales de obras de arte saqueadas durante la era nazi. Los tribunales fallaron en contra del retorno, argumentando que la junta ejecutiva está vinculada por la ley parlamentaria. Sin embargo, cuatro años después, el Parlamento aprobó la Ley del Holocausto (Devolución de Objetos Culturales) de 2009, que otorgó a las juntas ejecutivas de varios museos en gran parte del Reino Unido, incluido el Museo Británico, el poder de dar de baja a objetos saqueados durante la era nazi.
Hasta ahora, la ley no ha resultado en la restitución de objetos relevantes por parte del Museo Británico, pero su aprobación demuestra un creciente reconocimiento de la obligación moral de abordar injusticias pasadas.
En 2010, un miembro del Parlamento propuso en la Cámara de los Comunes una enmienda a la Ley de 1963, que permitiría al Museo Británico transferir objetos a otros museos. La propuesta no avanzó más allá de esta etapa inicial. Sin embargo, nos muestra una vía poco explorada para efectuar cambios. Hasta ahora, los grupos activistas se han centrado en instar a los museos a reconsiderar sus políticas de repatriación obsoletas. Un paso crucial siguiente sería dirigir la presión pública hacia legisladores, quienes podrían promulgar tales cambios.