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Essay / Unearthed

Los últimos leones salvajes de Europa

La creciente evidencia arqueológica está revelando que los leones modernos podrían haber vagado libremente en el sureste de Europa —cambiando, en el proceso, suposiciones de larga data sobre el arte y la mitología—.

En este adorno hallado en Micenas, Grecia, los leones saltan sobre su presa.

Nancy Thomas

Érase una vez, poblaciones cerca del valle de Nemea en el sur de Grecia vivían atemorizadas de un león que acechaba las colinas circundantes y los atacaba. Solo el poderoso Hércules, desafiado por el rey de la cercana Tirinto, pudo matar a la bestia.

El hijo de Zeus acorraló al poderoso carnívoro en una cueva y lo asfixió con sus brazos desnudos. A partir de entonces, la gente vivió en paz y Hércules continuó con sus famosas aventuras.

Por supuesto, la historia del león de Nemea es una mera fábula, parte de un elenco ecléctico de dioses, héroes y bestias fantásticas que poblaron los mitos de la antigüedad. Ciertamente, hoy en día no hay leones salvajes en Europa.

Pero los arqueólogos de principios del siglo XX en Grecia continental pensaron que podría haber algo de verdad en la existencia de leones en la región en la antigüedad. ¿Por qué otra razón estas criaturas aparecen de manera tan prominente—y realista—en el arte de finales de la Edad del Bronce, así como en los mitos y los informes reales de estudiosos posteriores del período clásico, como Aristóteles y Heródoto?

Aunque tales teorías fueron descartadas durante mucho tiempo por otros investigadores, en 1978, dos destacados zooarqueólogos alemanes hicieron un descubrimiento sorprendente. Durante una excavación en Tirinto —la misma ciudad cuyo legendario rey desafió a Hércules a entrar en acción— se encontraron con un calcáneo felino cerca de un esqueleto humano. Sin lugar a dudas, era de un león, concluyeron, y posiblemente de la misma especie que habita en partes del continente africano en la actualidad.

El hueso fue solo el primero de docenas en salir a la superficie en Tirinto y en otros lugares durante las siguientes décadas. Aunque algunos detalles siguen sin estar claros, muchos arqueólogos e historiadores ahora usan esta evidencia para concluir que los leones modernos alguna vez vivieron junto a las personas en partes de lo que hoy es Europa, incluida Grecia, por cientos de años. Hoy en día, los huesos de león ofrecen una rara visión del mundo de la Edad del Bronce y la tensa relación que tenían los humanos con estos feroces depredadores, animales que inspiraron leyendas y obras creativas durante siglos.

“Ahora es posible decir que algunas [imágenes de leones] podrían haber sido recordadas de experiencias reales en el territorio continental [griego]”, dice la historiadora de arte Nancy Thomas. Los hallazgos, agrega, arrojan “una luz completamente diferente sobre el arte… y cómo la caza de leones reales podría haber influido en el desarrollo de la estructura de élite que estaba ocurriendo en Grecia en ese momento”.

Thomas cree realmente que los leones salvajes existían en la Edad del Bronce en Grecia desde antes de que se encontraran huesos. Profesora emérita de la Universidad de Jacksonville en Florida, tiene el cabello rizado rojizo hasta los hombros y una sonrisa que se anima cada vez que habla de leones. Muchos en el campo señalan a Thomas como la experta en los leones salvajes de Grecia.

 

Catherine Gilman/SAPIENS

Sus ideas sobre estos felinos se desarrollaron por primera vez durante su tesis doctoral en 1970, para la cual estudió cuidadosamente las representaciones de leones de la Edad del Bronce grabadas en sellos de piedra, placas y otros objetos. Alrededor de 1700 o 1600 a. C., los carnívoros se habían convertido en un emblema popular de los micénicos, una sociedad en el continente griego conocida por su destreza militar y una red política jerárquica gobernada por una élite que vivía en un palacio. (Tirinto era un centro militar y cultural de la sociedad micénica).

Lo que llamó la atención de Thomas fue que, aunque muchas representaciones mostraban leones genéricos, fáciles de basar en imágenes de otros lugares algunos de ellos parecían sorprendentemente reales —no solo en sus rasgos realistas sino también en su comportamiento—. “Se ven tan fabulosos”, dice Thomas. “Siempre tuve la sensación de que algunas de esas escenas de leones parecen demasiado reales como para haber sido simplemente copiadas”.

Por ejemplo, las placas de oro, los sellos de piedra y las lápidas encontradas en las tumbas de personas adineradas en Micenas —otro importante centro micénico—, mostraban leones arremetiendo contra ciervos, personas y ganado. En una daga decorada, un león, que brilla en oro contra el metal oscuro de la hoja, ataca a cuatro hombres armados con lanzas y arcos, mientras dos leones huyen de la escena.

Casi al mismo tiempo que Thomas estaba analizando estas imágenes, el estudio de los huesos de animales en sitios antiguos se estaba iniciando, y dos pioneros de la zooarqueología, Joachim Boessneck y Angela von den Driesch, descubrieron el hueso del talón del león en Tirinto. Este hueso no era prueba de un león salvaje; cualquier hueso de las patas, garras o dientes podría haber llegado a Grecia como recuerdo del Medio Oriente o colgando de pieles.

Pero luego la pareja encontró cuatro fragmentos de hueso de extremidades y un trozo de costilla asociados con diferentes períodos de tiempo entre 1700 y 1600 a.C. y alrededor del 1200 a.C. Estos descubrimientos “hicieron que [toda] la excavación… valiera la pena”, escribieron en 1990.

El realismo del león feroz en este sello lo convierte en un ejemplo de muchos que llevó a algunos estudiosos a argumentar que los artesanos que crearon tal trabajo deben haberse encontrado con estos grandes felinos en la naturaleza.

Courtesy of the Corpus der Minoischen und Mykenischen Siegel

 

Si bien Boessneck y von den Driesch concluyeron que los huesos eran evidencia de presencia de leones salvajes en la zona, otros estudiosos tenían dudas. “Durante años, no lo creía”, dice John Younger, arqueólogo de la Universidad de Kansas y amigo de Thomas. “Yo afirmaba esto públicamente”.

Younger creía que los huesos de extremidades —todavía pocos en número— podrían provenir de los restos de leones domésticos o de recuerdos intercambiados en lugar de individuos salvajes. También señalaba que el registro arqueológico simplemente no ofrecía mucha evidencia de huesos de leones europeos de fuera de Grecia o de épocas anteriores. Sin tales hallazgos, la idea de animales importados (o sus restos) tenía más sentido que la noción de que los leones salvajes habían viajado a Grecia y se habían establecido.

Este fragmento de columna vertebral, que se encuentra en la península del Peloponeso en Grecia, proviene de un cachorro de león.

Gerhard Forstenpointner

Además, las representaciones artísticas de los leones podrían simplemente estar basadas en imágenes de otros lugares. Younger había estudiado sellos y anillos de la Edad del Bronce griega que, según había determinado, procedían de la isla griega de Creta. Hogar de la antigua civilización minoica, los artesanos de la isla probablemente copiaron muchos motivos de leones de Egipto y Medio Oriente. No obstante, Thomas creía que el trabajo zooarqueológico podría ofrecer más respuestas. Comenzó a mantener correspondencia con von den Driesch para aprender más sobre las excavaciones en curso. En 1998, Thomas recibió por correo algo que respondería a las críticas de los escépticos.

Era una disertación de una pulgada de grosor de una de las alumnas de von den Driesch, Henriette Manhart, que había recopilado registros óseos antiguos de Bulgaria y sus vecinos. Entre ellos había numerosos huesos de león de 13 sitios. Evidentemente, los leones modernos —la misma especie que deambula por la sabana en partes de África hoy— tenían una historia en Europa.

“No tenía idea de que lo que encontraría sería tan extenso”, recuerda Thomas. “Eso fue realmente como un relámpago para mí”.

“Realmente creo que había leones. Tantos huesos no podrían haber sido importados”, dice el zooarqueólogo László Bartosiewicz.

En los años siguientes, los zooarqueólogos continuaron haciendo hallazgos de leones en Europa. Además de los dientes y huesos de dedos, Manhart y otros han documentado fragmentos de pelvis, huesos de extremidades y vértebras en sitios en Hungría, Rumania, Bulgaria y el sur de Ucrania.

Muchos huesos se remontan a más de 1000 años antes de que comenzara la Edad del Bronce en Grecia, en un período en el sureste de Europa conocido como la Edad del Cobre. Entre los hallazgos más notables se encontraba una colección de un antiguo sitio de caza cerca del pequeño pueblo de Durankulak, en la costa del mar Negro, en el noreste de Bulgaria: 10 huesos de mandíbulas de león, extremidades y hombros, probablemente de dos adultos y un joven que vivió alrededor del año 4000 a.C.

A diferencia de los hallazgos aislados de garras, dientes o huesos de las patas, esta variedad de restos sugirió que se trata de una fuente que no eran simplemente recuerdos o pieles importadas. En cambio, una representación relativamente uniforme de todo el esqueleto constituye una fuerte evidencia de las poblaciones de leones salvajes, dice László Bartosiewicz, zooarqueólogo de la Universidad de Estocolmo. “Creo que es bastante convincente; realmente creo que había leones. Tantos huesos no podrían haber sido importados”.

Los huesos son sin duda de un tipo moderno de Panthera leo, dicen los expertos. (Aunque no están de acuerdo sobre las subespecies). La única otra especie de león que se sabe que existe en Europa —el león de las cavernas, a veces clasificado como Panthera leo spelaea— se extinguió unos 6.000 años antes de que los animales fueran desenterrados en el sureste de Europa.

El registro fósil sugiere que las poblaciones modernas de Panthera leo alguna vez estuvieron muy extendidas, desde partes de África a través del Medio Oriente hasta la India. Pero la ruta que habrían tomado estos felinos para llegar a Europa, ya sea a través del continente o cruzando el Bósforo por un antiguo puente terrestre, sigue siendo un misterio.

Académicos como Bartosiewicz especulan que los leones se aventuraron por el mar Negro hacia Ucrania y luego se trasladaron al sur, a los Balcanes. Desde allí, algunos podrían haber viajado más al sur, hasta Grecia.

Thomas, que lleva años pidiendo nuevas pruebas a los excavadores y recopilando informes arqueológicos publicados en varios idiomas europeos, incluso ha convertido a algunos de los escépticos. Para 2012, había identificado 25 sitios en el sureste de Europa y 13 en Grecia. En diciembre de ese año, los estudiosos de la Grecia de la Edad del Bronce acudieron en masa a París para la 14.ª Conferencia del Egeo, donde Thomas presentó su investigación, incluidas descripciones de huesos encontrados en el sureste de Europa, junto con relatos artísticos e históricos de leones.

La cuenta total de huesos fue un poco más de 100, 41 de ellos de Grecia. Representando solo a docenas de individuos, la población de leones probablemente era bastante pequeña en el sureste de Europa. Pero para Younger, que estaba sentado en la audiencia, el número y la variedad eran demasiado grandes para ser fácilmente explicados por leones vivos importados como mascotas o para otros fines. Él se puso de pie. “Me he resistido a ti durante años, pero ahora estoy absolutamente convencido”, recuerda haberle dicho a Thomas.

“Por la forma en que ella lo presentó, dices: ‘Esto no es accidental. Esto significa algo’”, dice Younger. “No es, en cierto sentido, la cantidad, sino la consistencia de encontrar un hueso de león aquí, un hueso de león allá… durante un período de un par de cientos de años”.

La historiadora del arte Nancy Thomas (izquierda) trabaja con Gerhard Forstenpointner (derecha), un erudito en anatomía veterinaria, en una casa de excavación en Egina Kolona, Grecia.

Cortesía de Roger Thomas

Hoy, gracias a los estudios de Thomas, Bartosiewicz y muchos otros, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que los leones estuvieron presentes en el sureste de Europa en las edades del Cobre y Bronce. Pero aún persisten algunas dudas sobre si estos grandes felinos deambulaban libremente en Grecia específicamente.

Por ejemplo, Paul Halstead, zooarqueólogo de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, cree que habría sido difícil que los leones salvajes se establecieran en el Peloponeso —la península sureña que alberga a Tirinto y Micenas— dado su pequeño tamaño y su estrecha conexión con el resto de Grecia.

Es imposible descartar que algunos griegos ricos de la Edad del Bronce importaran leones para parques de caza o casas de fieras. Se sabía que los reyes mesopotámicos lo hacían con leones y otras criaturas exóticas en esa época, señala la arqueóloga e historiadora del arte Marie Nicole Pareja, del Dickinson College.

Aún así, el conteo de huesos continúa aumentando —Thomas ha registrado 110 hasta la fecha—lo que fortalece su caso. Además, el descubrimiento de restos en lugares relativamente oscuros, lejos de las principales rutas comerciales, como el pequeño asentamiento fortificado de Egira en el Peloponeso, en lo que ahora es el noroeste de Grecia, es difícil de explicar como una importación de animales exóticos.

Gerhard Forstenpointner, un profesor de anatomía veterinaria ahora jubilado que ha excavado en Egira, encontró recientemente un hueso de la cadera de un león que data de alrededor del año 3000 a.C., a principios de la Edad del Bronce, así como una vértebra cervical de un cachorro de león que vivió alrededor del 1300 a.C.

“Esto no es un trofeo. Esto es solo el hueso de un pobre león joven muerto”, dice Forstenpointner, señalando que no hay razón para importar cachorros. “En mi opinión, esos [huesos] son ​​prueba de una población local persistente de leones”.

Mientras tanto, los académicos están considerando las interacciones que tuvieron los leones salvajes de Europa con los humanos. Younger, por ejemplo, siente que la presencia de estos depredadores ayuda a explicar el énfasis cultural en la Grecia de la Edad del Bronce por “luchar por tu lugar bajo el sol”.

Es probable, dice Bartosiewicz, que los leones “se interpusieran en el camino de la gente”, persiguiendo al ganado o a los humanos. En este sentido, no se diferenciaban de otros grandes depredadores de Europa, como los lobos y los osos, cuyas poblaciones fueron diezmadas por las personas.

Las marcas de corte en los huesos del sureste de Europa sugieren que los humanos desollaron o sacrificaron a los animales para obtener pieles, carne o incluso rituales simbólicos. Bartosiewicz y Forstenpointner creen que es probable que las personas consumieran carne de león —lo que agrega credibilidad a los cuentos legendarios de Aquiles, de quien se dice que se dio un festín con las entrañas de león cuando era niño—.

Se habrían necesitado varias personas, además de mucho coraje, habilidad y buen armamento, “incluso para pensar en desafiar [a los leones]”, dice Andrew Shapland, curador del Museo Ashmolean de la Universidad de Oxford.

Para los guerreros micénicos de la época, cazar y comer leones puede haberse convertido en una actividad de prestigio, un medio para demostrar riqueza y poder. Por ejemplo, Forstenpointner encontró un hueso de la pata delantera de un león en lo que una vez fue un rico asentamiento de la Edad del Bronce en la isla de Egina, al sur de Atenas, que pudo haber sido el sabroso botín de un viaje de caza al continente.

Los minoicos y sus artistas también podrían haber navegado desde Creta para participar en la caza del león, ha sugerido Shapland, lo que llevó a sus ilustraciones de leones realistas.

Eventualmente, la gente ganó su guerra contra Panthera leo —un destino que cayó sobre estos animales en gran parte de su área de distribución, excepto en zonas del continente africano y la India—. Está claro, dice el zoólogo Marco Masseti, de la Universidad de Florencia, que los leones europeos se extinguieron en la antigüedad, en conflicto con los humanos. “Incluso en estos tiempos, Europa ya era un lugar lleno de gente”, señala.

En el sudeste de Europa, incluida Grecia, los registros más recientes de huesos de león son de alrededor del siglo VII a.C. Mientras que Younger sitúa la desaparición del león griego de la naturaleza en algún momento alrededor del año 1200 a. C., cuando las representaciones artísticas de los leones se vuelven menos feroces, menos precisas y más como “ciervos realmente esbeltos”. Thomas sospecha que es posible que sobrevivieran hasta el período clásico, que algunos expertos definen entre el 500 y el 300 a.C. Eso estaría en línea con los relatos históricos de raros leones salvajes que vagan por el norte de Grecia. Tal vez los grandes felinos realmente atacaron a los camellos del rey persa Jerjes cuando cruzaba Macedonia para invadir Grecia en el 480 a.C., como escribió Heródoto.

De cualquier manera, los leones del continente sobrevivieron en el arte y la historia. Los leones se convirtieron en un potente símbolo del reino animal en su forma más aterradora e inspiradora. Sus imágenes, como se muestran en sellos de piedra, dagas y placas de marfil de la Grecia micénica, repercutirían en culturas posteriores y en la modernidad a medida que las personas vieron, reinterpretaron y reimaginaron a estos depredadores.

Estas bestias se volvieron más grandes que la vida, materia de leyendas. La arqueología ha revelado que estos animales no eran solo criaturas míticas: es posible que los leones salvajes hayan caminado por Europa hasta hace muy poco tiempo, infundiendo miedo, inspirando mitos y dejando atrás un misterio para los siglos.

Este artículo se publicó nuevamente en The Atlantic.

Katarina Zimmer es una periodista que cubre ciencia y medio ambiente radicada en la ciudad de Nueva York. Su trabajo ha aparecido en numerosas publicaciones, incluidas Knowable Magazine, The Scientist, National Geographic y más.

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